El flamenco se abre camino con fuerza
Hace pocos meses se daba a conocer el cierre del emblemático tablao flamenco Villa Rosa. Fundado en 1911 en Madrid, el cese de esta mítica institución se sumaba a la larga lista de emblemas culturales españoles desprotegidos ante la pandemia. Sin embargo, los /las artistas flamencos/as, como no puede ser de otra manera, han respondido al infortunio mostrando la fuerza imperecedera de la danza y el arte jondo.
Una muestra de ello es la presencia en la cartelera teatral madrileña de varios espectáculos de esta naturaleza, un ejemplo de ello lo tenemos en, ‘La vida es un Romance’ de María Juncal en el Teatro Cofidis Alcázar que puede verse desde el pasado 21 de mayo y que estará en cartel hasta el 4 de julio.
Además, a partir del 8 de junio, la bailaora María Cruz se subirá a las tablas del Teatro EDP Gran Vía como estrella de ‘Amores Flamencos’, un espectáculo con coreografía y dirección artística de Carlos Rodríguez.

Amores flamencos nace y se desarrolla desde un concepto universal, la llamada a la responsabilidad y al cuidado de nuestro legado a través del baile flamenco, en un espectáculo que recorre el ciclo de la vida y pone el foco sobre el respeto a la madre Tierra.
Con todo lo que hemos pasado en estos últimos meses, confinados en nuestras casas, hemos podido recordar y poner en valor lo importante que es, para nuestra existencia, la naturaleza. Apagados los ensordecedores sonidos de la ciudad, hemos tenido la oportunidad de oír respirar al planeta, hemos vuelto a escuchar el trinar de los pájaros, el fluir del agua, etc. Por ello, en Amores flamencos, ‘La madre naturaleza’ no es un decorado, sino una protagonista esencial de la historia, en todos los sentidos. En la naturaleza, la vida sigue su ciclo y seguirá mientras exista una semilla bajo la tierra y de esta semilla surja una ‘nueva vida’, siendo este renacer, esta ‘nueva vida’ otro personaje fundamental de ‘Amores Flamencos’. Dos elementos protagonistas ‘La madre naturaleza’ y ‘la nueva vida’, que llegan a escena a través de dos grandes bailaoras.
‘La madre naturaleza’ es llevada a escena por Carmela Greco. sin duda una bailaora ideal para reflejar la fuerza de este papel, mientras que ‘La nueva vida’ es interpretada por María Cruz. Una nueva vida, que no sólo corresponde a otro ciclo de la naturaleza, sino que además apunta al renacer del flamenco. Dos artistas, dos vidas que se unen, una llena de vivencias y pasado, otra que comienza su camino y a construir su presente y su futuro, la vida…
Además de estos dos personajes, hay que resaltar que, otro protagonista importante de la obra es la luz que, siguiendo el legado de las películas sobre flamenco de Carlos Saura, construye la arquitectura del escenario con sombras, formas y haces de color, como metáfora de la realidad del mundo este último año. Jugando entre construcción de espacios físicos y la pintura, tanto el trabajo del iluminador Luis Perdiguero, como el sonido y proyección de imagen de Víctor Tomé, buscan innovar desde la complejidad propia de la danza flamenca y su idea de convertir luz, sombra, forma y movimiento en narradores de la historia.

Siete músicos interpretarán en vivo la banda sonora del espectáculo. El entramado musical mezclará palos clásicos con nuevas creaciones originales. El mensaje de vitalidad y fuerza, de renacer de las cenizas, busca su protagonismo. De hecho, el equipo creativo detrás de ‘Amores Flamencos‘ afirma que no se trata sólo de un espectáculo, sino de algo que va más allá, de una terapia: ‘un instrumento para devolvernos la alegría, el entusiasmo y la mejor manera de afrontar un futuro inmediato‘.
Por último, para terminar de ahuyentar a los fantasmas de la pandemia, descubrimos un último personaje en esta propuesta, y es la emoción. Dicen que compartir es amar, pues todos los componentes de ‘Amores Flamencos’, quieren compartir con los espectadores la emoción, el sentimiento y el amor por el flamenco.
Dejémonos querer por ‘Amores Flamencos’.