¿Cuando estrenaste Parque Lezama en Buenos Aires pensaste que terminaría girando internacionalmente? ¿Era un objetivo, traer la obra de teatro a España?
No, jamás hubiera soñado siquiera el éxito que tuvo en Argentina. Si bien es la obra teatral que más me gustó en mi vida, y estuve treinta años detrás del permiso para poder hacer mi propia adaptación, uno nunca sabe si el público va a tener el mismo gusto. La duda de si «gustará o no» frente al estreno siempre existe, no se va con el tiempo ni la experiencia. Todo lo contrario, se agiganta. Cuando Ana Belén y Miguel Ángel Chulia de Tío Caracoles me ofrecieron hacer la misma puesta con los mismos protagonistas en España fue una sorpresa tremenda. Y espero que el público la acoja como lo hizo en Argentina.
Antonio y León son dos personas mayores, cada uno con una forma muy diferente de ver la vida. Uno más combativo, el otro más conservador. ¿Qué es lo que más te emociona de ellos?
Justamente la manera diferente de ver la vida es el tema principal de la obra, no la vejez. El eje principal del conflicto de estos personajes, al igual que con Don Quijote y Sancho Panza, es el compromiso vs. el conformismo. El hecho de que son viejos hace que todo lo que está en riesgo sea más urgente. León, nuestro Quijote, tiene menos tiempo de vida para corregir el mundo, y Antonio, el Sancho, menos fuerza para sacar provecho del mundo tal cual es. Y también hace que la lucha de León sea más heroica, no se rinde ni se rendirá hasta el último día. Ya que no puede cambiar el mundo, por lo menos lo quiere cambiar a Antonio. Es maravillosa la interacción de estos personajes. Vi la obra original cuando tenía 24 años y me emocionó e hizo reír tanto como ahora.
Eduardo Blanco y Luis Brandoni son habituales de tus películas. ¿Es una apuesta ganadora?
Los grandes actores son siempre una apuesta ganadora. Una paella es siempre mejor si los ingredientes son de primera. El duelo actoral que se ve en el escenario es muy inusual. Al final de la obra, el público los aplaude y vocifera como si fueran rock stars. Si a eso sumamos que son dos de mis mejores amigos en el mundo, la combinación es absolutamente ganadora, por lo menos para mí que puedo cenar con ellos luego de la obra. Además, verlos actuar cada noche es un privilegio del que soy muy consciente y agradecido.
¿Cómo fue la adaptación de la obra original (I’m not Rappaport, de Herb Gardner)?
Si bien su tronco principal es el mismo, hay cambios culturales y de humor muy marcados. Develarlos sería “spoilear” la obra. Pero lo que sí puedo decir es que si bien en la obra original Antonio era un personaje levemente más secundario, al servicio de León, digamos, en mi versión son igualmente protagonistas. Porque considero que ese debate de tratar de cambiar el mundo vs. aceptarlo y aprovecharse de él tal cual es, es un debate interno que todos tenemos en casi todas las decisiones de la vida. Es la ética vs. la conveniencia. Muchas de las discusiones que tienen los personajes las tiene uno dentro de su cabeza todos los días. Por eso son igualmente protagonistas. Además, tiene una dosis de humor más importante sin haberle restado nada del tremendo impacto emocional. Como director y guionista, a mí me encanta hacer reír y emocionar hasta las lágrimas. Nada disfruto más que la carcajada de 500 personas al unísono, y nada disfruta más el público que las lágrimas de emoción, sanadoras, felices. No las de tristeza. Pero el verdadero truco, la verdadera magia, es cuando las dos cosas ocurren al mismo tiempo. Cuando la carcajada y las lágrimas brotan al mismo tiempo. Me pasó pocas veces en la vida. En el casamiento de El Hijo de La Novia, y algunos pocos momentos más en mi obra. En esta obra, ocurre todo el tiempo.
¿Cuáles son las razones que le puedes dar al público para que vayan al teatro a ver Parque Lezama?
Si con todo lo que dije antes alguno no se convence, le puedo decir que también hay aire acondicionado en el teatro.
PREGUNTAS DE NUESTROS FANS
Tras probar el éxito en el cine y haber dirigido también series en tv ¿cómo surgió dirigir una obra de teatro?
(Juan Reche Lorite)
Yo empecé mi carrera profesional en teatro, pero como autor. Junto con Fernando Castets (luego co-guionista de El Mismo Amor, La Misma Lluvia, El Hijo de la Novia y Luna de Avellaneda) estrenamos Off-Corrientes en Buenos Aires, en 1982. en el elenco estaba un joven actor llamado Eduardo Blanco. empezó una hermandad de nosotros tres que dura y nos hace felices hasta el día de hoy. Luego escribimos otra obra, Como en las Películas, en 1985, y luego el cine abarcó toda mi pasión. En el año 2007 empecé la producción de Metegol (Futbolín en España) y luego de ¡6 años! de lidiar con ordenadores y algoritmos, quise volver a las fuentes y hacer algo con solo actores y guión, mi pasión. Elegí la mejor obra que había visto en mi vida y a la que venía persiguiendo hacía 30 años, y la hicimos. Y ahí redescubrí esta pasión del teatro, que abracé con todas mis fuerzas, al punto tal que ahora estoy construyendo un teatro propio de 700 locallidades en la Argentina, el Politeama.
De toda su trayectoria ¿hay alguno de sus trabajos del que guarde un especial recuerdo o le haya marcado?
(Pedro Santos Redondo)
Desde El Mismo Amor, La Misma Lluvia, hasta ahora tuve la suerte de que todos mis trabajos me han marcado de manera indeleble, y han sido un antes y un después en algún sentido de mi vida. Podría decirte lo que pasó con cada uno, pero bueno, he tenido la suerte de poder elegir lo que hacía, y hacer lo que elegía, que es un privilegio, y entonces es muy difícil marcar uno en especial.
El cine, el teatro está plagado de escenas que suceden en parques. ¿Qué tienen estos lugares para resultar atractivos como espacios dramáticos?
(Luisa Carrasco)
No creo que sea así en el teatro. Todo lo contrario. Me parece que el teatro está plagado de obras que transcurren en un living. Recuerdo muy pocas obras que transcurren en un parque.
¿Qué tiene esta obra que desde que tenías 24 años ha supuesto una obsesión para usted el poder llevarla al teatro y que influencia tuvo entonces en su filmografía posterior?
(Ricardo Concha Vilanova)
En esta obra hay dos temas principales que me obsesionan: La lucha entre lo conveniente y lo ético, y en qué momento termina la vida de una persona. No la física, sino la espiritual y anímica. cuando una persona pasa de vivir a sobrevivir. Son dos temas que me obsesionan desde siempre. Y tonalmente, en esta obra, junto con la película Nos Habíamos Amado Tanto descubrí mi voz. Una mezcla de humor y emoción que se deja ver en todas mis películas. Que no la busqué, ni la busco. Sino que la encontré adentro mío de tanto hurgar, y me sale naturalmente. No podía creer cuando la vi que reía y lloraba al mismo tiempo. Y eso influyó mucho en mis películas.